Fine Art Galleries: Your Majesty The Queen: Carta María Antonieta

16 de octubre de 1793
Mi nombre es María Antonia Josepha Johanna von Habsburg-Lothringen, aunque fui conocida como María Antonieta de Austria. Mis padres fueron Francisco I del Sacro Imperio Romano Germánico y María Teresa I de Austria. Nací en Viena el 2 de noviembre de 1755, cuando niña, gobernantes de la corte me educaron estrictamente hasta mis doce años, edad en la que supe que me convertiría en la Reina de Francia. Recibí entonces una educación que fue acorde a la corte francesa. Para abril de 1770 había renunciado oficialmente a los derechos sobre el trono austríaco, y en mayo, a mis catorce años me casé con el Delfín, futuro Luis XVI quien tenía casi mi misma edad. Evidentemente lo que mi madre quiso hacer fue sellar una alianza franco-austríaca.
Mi llegada a la corte francesa fue sumamente complicada, en realidad nunca fui aceptada. Recibí diversos apodos, como «L’autre-chienne» (una paranomasia en francés de las palabras «autrichienne», que significa «austriaca» y «autre chienne» que significa «otra perra»).
En mayo de 1774 Luis y yo nos convertimos en los reyes de Francia. ¡Luis era tan tímido y apagado!
Es verdad que a mi corta edad me aburría fácilmente, entonces aproveché para imponer mi propia moda. Mandé a confeccionar cientos de vestidos, cada uno más impactante que el otro, también, zapatos, accesorios, pelucas, joyas todo en exceso. Armé mi pequeña corte con la princesa de Lamballe, el barón de Besenval, el duque de Coigny, y la condesa de Polignac, quienes por interés se convirtieron en mis amigos cercanos. Con ellos organizábamos enormes fiestas y festines.
Ya posicionada en el trono, Francia siguió sin quererme. Existieron muchas campañas del pueblo en mi contra, me acusaron de tener amantes y de despilfarrar el dinero, incluso me pusieron un nuevo apodo: “Madame Déficit.” Traté de cambiar, de bajar los gastos, incluso hice todo lo posible por apoyar el partido anti-austríaco, así eso significara ponerme en contra de mi propia familia, pero todos los esfuerzos fueron vanos.
Mi matrimonio con Luis tomó mucho tiempo en consumarse. Apenas en diciembre de 1778 nació mi primera hija, María Teresa, seguida por el delfín Luis José el 22 de octubre de 1781 . Los nacimientos de mis hijos me hicieron que vea las cosas de una manera distinta. Hice construir el Hameau de Versailles, es una pequeña aldea, ahí descubrí la vida campestre. Me sentía más tranquila sin tantas fiestas, en compañía de mis hijos. Para ese tiempo, el 27 de marzo de 1785 nació Luis Carlos quien se convertiría en Luis XVII. Corrieron los rumores de que Luis José no era hijo del rey. Ese mismo año estalló el caso de un collar de diamantes que supuestamente yo encargué. Para ese entonces carecía de toda credibilidad ante el pueblo francés.
El 9 de junio de 1787 nació mi pequeña Sofía Beatriz. Me llenó de tristeza su muerte prematura por tuberculosis con solo un año de vida.
París estaba cargado de ira en mi contra, la gente se quejaba de hambre y fueron montando en cólera con mucha fuerza.
Escribo lo siguiente, a mi hermano pidiendo ayuda: “Yo sé que, sobre todo en las cuestiones políticas, no he tenido ningún ascendiente sobre las ideas o pensamientos del rey. ¿Sería prudente para mí el tener con su ministro algunas entrevistas para tratar de ciertos asuntos sobre los cuales él está casi seguro de que el rey no me atendería? Sin hacer ostentación alguna ni mentir, yo dejo creer al pueblo que tengo más crédito del que en realidad tengo, porque si no se me cree, tendré todavía menos crédito.”
En 1789 comienzó lo que fue nuestro infierno en vida; huidas, persecuciones, escondites, traiciones, prisión y muertes. Todos mis amigos estaban en peligro, por culpa mía. En 1792, la princesa de Lamballe, víctima simbólica, es salvajemente asesinada y su cabeza se exhibió en la punta de una pica. La pasearon por delante de las ventanas tras las que me encuentraba, no resistí y me desmayé.
Después de acusaciones y procesos mi querido Luis XVI es ejecutado el 21 de enero de 1793. Nos encontrábamos encerradas con mi cuñada, la princesa Isabel. Con la idea de reformar el pensamiento de mi hijo Luis. A la corta edad de ocho años, luego de vanos intentos por retenerlo, el 13 de julio lo separaron de mí y fue confiado al zapatero Antoine Simon. Delante del tribunal, mi hijo acusó falsamente a su tía (Madame Isabel) y a mí de haberle incitado a la masturbación y de haberle obligado a participar con nosotras en juegos sexuales. Indignada, apelé a las mujeres del público a que nos defiendan y les dije: «La naturaleza rechaza semejante acusación hecha a una madre. Apelo a todas las madres presentes en la sala». Evitamos el motín, pero lo sentimos muy cerca.
La noche del 1 de agosto, a la una de la mañana, fui trasladada desde el Temple hacia una celda aislada en la prisión de la Conciergerie, asignada como “Prisionero #280”. El dolor es inmenso, ya nada puede hacerme más daño.
María Antonieta
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