Fine Art Galleries: Your Majesty The Queen: Carta Leonor de Aquitania

Abril 1 de 1204
Yo tenía 15 años cuando el 9 de abril de 1537 murió mi padre Guillermo X, duque de Aquitania en una peregrinación a Santiago de Compostela. Mi madre, Leonor de Châtellerault había muerto algunos años atrás. Llevo el nombre de mi madre y el apellido de mi padre, Leonor de Aquitania.
De la noche a la mañana heredé el inmenso ducado de Aquitania que se extiende desde el Loira hasta los Pirineos y es mayor que los dominios directos del rey de Francia. Era muy complicado para mí gobernar un ducado tan grande sola, por esta razón, cuando vino el mismísimo rey Luis VI a pedirme que me case con su hijo, acepté.
Luis VII y yo contrajimos matrimonio en Burdeus el 4 de julio de 1137. Yo tenía 16 y él 17. Pocos días después murió su padre y ascendimos al trono de Francia.
Luis era demasiado austero y serio, yo en cambio era libre como el viento, alegre, despreocupada y muy independiente. Introduje a la corte francesa los trovadores y los vestidos de colores y escotados. Con el tiempo, estas diferencias causaron mucha fricción entre nosotros.
Ocho años más tarde nació nuestra primera hija, María, en 1145.
A pesar de que mi marido no estaba de acuerdo, partimos los dos a la segunda cruzada en 1147. Yo, como duquesa de Aquitania y feudataria de Francia, me sentía en mi pleno derecho de ir, como cualquier otro señor feudal.
Debido a mi manera de ser, comenzaron a correr rumores de que mi tío Raimundo de Poitiers tenía amoríos conmigo. Nos queríamos mucho y éramos bastante afines, aparte de que era muy guapo. Luis estaba celoso y eso sumado a los rumores logró generar un gran distanciamiento en los dos. Cada uno tomó su camino de regreso y nos encontramos en Roma en donde el Papa trató de reconciliarnos. En 1151 nació nuestra hija Adelaida, sin embargo nuestra relación estaba completamente dañada. Luis me reclamaba por no haberle dado un varón y heredero a la corona. Finalmente, en marzo de 1152 conseguimos la anulación de nuestro matrimonio basada en un parentesco lejano, a pesar de eso, yo pedí conservar mis dominios.
Al estar sola y siendo dueña de tantas tierras, sin la protección de Francia, sabía que tendría algunos pretendientes para contraer matrimonio conmigo, por interés. Eso me asustaba, porque incluso se me podría presentar alguien que haya querido casarse conmigo a la fuerza. Decidí tomar acción yo misma y proponer un matrimonio bajo mis propios términos.
Pensé en Enrique Plantagenet de Anjou quien nos había hecho una visita en la corte real francesa hace poco tiempo. Tenía diez años menos que yo, a mi parecer fue la mejor opción.
Llegué en secreto a Poitiers y envié un mensaje a Enrique que se encontraba en Lisieux preparando una invasión a Inglaterra. Apenas recibió la nota vino a verme. Nos casamos el 18 de marzo de 1152, apenas dos meses después de mi separación con Luis VII. Al poco tiempo nació nuestro primer hijo, Guillermo. Luis VII estaba furioso, no solo porque me había vuelto a casar tan rápido sino porque además le acababa de dar un hijo a Enrique. Murió pronto pero enseguida tuvimos otro, Enrique en 1155, Matilde en 1156, Ricardo en 1157, Godofredo en 1158, Leonor en 1161, Juana en 1165 y Juan en 1166.
Enrique se convirtió en rey de Inglaterra en 1154. Era el hombre más poderoso de ese tiempo. Controlaba Inglaterra, Escocia, el país de Galles, una parte de Irlanda, y más de la mitad de Francia, desde Normandía a Gascoña, pasando por Maine, la Touraine, Anjou e incluso Bretaña que pasó a sus manos en 1158. Nuestro reinado influyó mucho en el desarrollo cultural y social de Europa, ambos propusimos cambios que consideramos necesarios, consiguiendo resultados positivos.
Me interesó mucho centrarme en impulsar la literatura artúrica y su colección de mitos. Todo estaba basado en nosotros, en nuestras vidas. La ciudad de Camelot, el rey Arturo, la Reina Ginebra, el Mago Merlín y los Caballeros de la Mesa Redonda, sentía que los conocía a todos.
Constantemente me juzgaban por ser un espíritu libre, tenía, según lo que decían una decena de amantes. Enrique en cambio, tenía derecho a sus amantes sin ser mal visto.
Podía soportar los romances de Enrique, hasta que se enamoró de Rosamunda y eso en verdad dolió. Llegó a hacerlo público. Nos estábamos distanciando enormemente.
A mis 47 años, tanto Enrique como yo queríamos planificar las cuestiones sucesorias entre nuestros hijos. Esto dio un giro a mi vida, el repartir las tierras y destinarlas a los hijos no era tarea fácil.
Mi hijo Enrique resentía a su padre por entregarle la corona de una manera compartida, o sin todos los derechos que mi hijo esperaba. Yo me puse del lado de él. Poco tiempo después el tema de los repartos de tierras se volvió muy complejo y de pronto mis tres hijos se volcaron contra su padre.
Yo fomenté y apoyé la revuelta en contra de Enrique porque él tomaba decisiones sobre las tierras sin consultarme, incluso las de Aquitania. Lo más duro y confrontativo fue que mis hijos y yo nos aliamos a mi primer esposo, Luis VII.
Temía ser descubierta y que me encierren, entonces decidí huir vestida de hombre y a caballo hacia Paris para reunirme con mis hijos. No lo logré, en el camino me detuvieron y me llevaron al castillo de Chinon donde me aprisionaron por haber sido la pieza principal de la traición de nuestros hijos. Es así que me mantuvo encerrada durante 16 años hasta su muerte en 1189.
Enrique ganó las batallas frente a nuestros hijos, les devolvió las tierras, pero la relación nunca se recuperó.
Enrique y Godofredo, mis hijos, habían muerto y yo no pude estar cerca. La muerte de mi marido me devolvió mi libertad, y yo no podía estar más contenta.
Con la subida al trono de mi hijo Ricardo, que sería llamado Ricardo, Corazón de León, pude ser útil como lo ansiaba. Actué como regente durante las frecuentes ausencias de mi hijo.
Siempre sentí una preferencia hacia Ricardo por eso lo escogí para entregarle la regencia del Ducado de Aquitania cuando él tenía apenas 15 años.
Ricardo y Juan, mi hijo menor, tenían peleas constantes y Ricardo no quería nombrarlo su heredero. El 6 de abril de 1199 Ricardo murió en mis brazos debido a una flecha disparada por un niño que había perdido a su padre y a su hermano en una batalla con Ricardo. Lo mató por venganza. Antes de morir Ricardo lo perdonó y nombró a Juan como heredero. Me dejó destrozada.
Estos últimos años me he mantenido cerca de Juan para apoyarlo y guiarlo en su reinado. Lo va a perder todo, lo presiento.
Estoy cansada y me he retirado a la abadía de Fontevrault. Es 1204, he vivido 82 largos años. Algunos de ellos muy lindos. Otros no tanto.
Me voy soñando en los trovadores y en los caballeros que luchan por llegar a sus damas inalcanzables. Me voy soñando en ese amor tan bonito que se tienen en esas historias bellas.
Leonor
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