Cuando di a luz a SU MAJESTAD LA REINA todo me llevó a seguir, a profundizar. Fue ahí que empecé a trabajar en AURA, de una manera muy orgánica. Era lo que tenía que venir. Tampoco sabía lo que me traerían las diosas. Ingenuamente pensé que todo sería paz. Que de verdad venía un tiempo de armonía. En realidad las diosas me llevaron de las profundidades mas oscuras a elevarme y encontrar la luz de las maneras más extrañas.
En AURA ya no se trataba de representar a un personaje histórico, ni de identificarse con sus vivencias o emociones, en este caso estábamos hablando de creencias universales, de mitos, del inconsciente colectivo en donde la simbología y la energía se fueron intensificando a medida que avanzábamos.
Para cada personaje creo un playlist como regalo a la persona quien lo va a representar. La música es esencial en mis sesiones, mi estudio se convierte en un escenario, un lugar sagrado en el cual nos dejamos ver con sinceridad. Ha sido hermoso mirar a mujeres llegar atrapadas en sus corazas y salir con lágrimas en sus ojos y una liviandad en su pecho. No digo que a todas les pase eso, hay quienes se conectan más que otras, pero a mí siempre me mueve. Son estas conexiones que me han llevado más adentro de mi misma.
En este proceso me tocó vivir muy de cerca situaciones de mentira, traición, rupturas. Veía como las mujeres nos metemos el pie la una a la otra de diferentes maneras. Sentía la competencia femenina lastimando sin medir consecuencias. Al mismo tiempo me encontré con mujeres de luz y entonces la fortaleza, seguridad, amor propio solo podían crecer porque el apoyo es infinito.
Gaia me llevó a las profundidades. La noche que trabajábamos en la creación de su falda, que era muy laboriosa, recibí una noticia que me traspasó el corazón. Sentí que la diosa, la madre tierra me jalaba hacia abajo. Unos días después teníamos la sesión de fotos. No tenía ningún ánimo, la tristeza me envolvía profundamente y el brillo de mis ojos se había vuelto a apagar. Esa sesión sin embargo fue hermosa. Fotografiar a esta mujer árbol fue fascinante. Experimentar mi propio dolor en las raíces de la tierra me mantuvo presente.
Fueron dos años de trabajo en las diosas con una montaña rusa de emociones. Kali, la diosa de la destrucción del ego y la regeneración del alma me dio fortaleza, Mania, la diosa de la demencia y la locura me regaló un cierto entendimiento hacia algunas acciones y decisiones malditas que a veces tomamos los seres humanos. Inanna, la diosa del morir y renacer me trajo la consciencia del renacer una y otra vez. En fin, aceptar y mirar que las deidades abarcan todo. El bien y el mal. No siempre recibimos protección, también nos pueden conducir a las encrucijadas como Hécate, o a tomar la decisión de quedarse en el inframundo como Perséfone, o entregarse a la tentación como Chang´e.
Los caminos son infinitos. Mi dolor me acompañó durante un largo tiempo, sanando lentamente. Una vez más comprendí que encontrar una cierta paz en mi vida sólo podía venir de una comunión conmigo misma.
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