“Laberinto en el espejo”, de Lorena Cordero
El espacio donde confluyen e inmortalizan, en torno a la condición humana, la fantasía y la realidad, la oscuridad y la luz, la máscara y el rostro original del ser
¿Quiénes somos, más allá de lo que dejamos ver de nosotros mismos?, es la pregunta que subyace tras esta propuesta artística, y es también el punto de partida de un ejercicio de búsqueda audaz, que ha conjugado descubrimientos y respuestas en sus tres series fotográficas resultantes: “Erase una vez”, “Egos”, y “Anima”.
“Laberinto en el espejo” es un proyecto que integra, bajo un determinante hilo conductor de corte filosófico, psicológico y existencial, tres escenarios donde el ser humano queda revelado en la potencia de su dualidad, y capturado a través de los recursos creativos de la artista, en una suerte de visión-ficción imperecedera, donde rostros, colores y texturas conspiran para instalar lo fantástico inverosímil, en el individual espacio de la dimensión real. Así, “Erase una vez”, por ejemplo, conjuga pensamientos, sentimientos e intención, en clásicos personajes de cuento –de aquellos cuentos recordados por casi todas las infancias-, a quienes enfrenta, sin reparos, a la imperceptible pero implacable presencia del tiempo, y en quienes vuelca la ley de la probabilidad o de la cusa y el efecto, para concluir o sugerir desenlaces ajenos a aquellos que registra la memoria. “Egos”, por otra parte, aborda la polaridad, el contraste y la oposición; el bien y el mal, la presencia y la ausencia de la virtud; el pecado, en definitiva, como un recurso de reflexión ante la omisión, como un enlace entre lo exterior y la realidad recóndita del ser, como el espejo en el cual aflora la esencia fruto de todos los miedos: el rostro oculto de toda identidad, disfrazada a la perfección, en respuesta a un cotidiano e impuesto ejercicio social de sobrevivencia. Y, finalmente, “Anima”, una serie que encara la realidad del dolor, hasta sus últimas consecuencias; el dolor espiritual, el dolor emocional, el dolor psicológico, el dolor físico. El dolor atribuido a la necesidad de enfrentarse a un permanente juego interpretativo, que limita la capacidad del ser humano de volverse hacia su interior, abandonarse a sus misterios, a sus profundidades y a sus demonios; el dolor que impulsa, no obstante, ráfagas de valentía, resignación o aceptación ante el hecho simple de existir, y que reconcilia al ser, con su verdad y su esencia.
La artista desvela, en cada una de sus fotografías, las entrelíneas de un proceso personal de reflexión y reconocimiento, de búsqueda interior y de profundo descubrimiento. Comparte, a través de sus personajes, la magia del reflejo, de la proyección, de la ilusión y de la travesía emocional que la enlaza, en línea directa, con aquellos que la observan, a la luz de su ingenio y su franqueza.
La exposición y libro “Laberinto en el espejo”, de Lorena Cordero, se inauguró y lanzó en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, el jueves 16 de febrero de 2012, y se mantendrá abierta al público hasta el 25 de marzo de 2012.
Raquel Arízaga Herdoíza
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